Me sorprendió descubrir que Francisco García Paramés (FGP) estaba ubicado en Londres en 2013. Echando la vista atrás, no debería haberme sorprendido. A fin de cuentas, ¿por qué estaba yo también allí?
Al principio de mi carrera trabajé en Frankfurt, Manila y Nueva York. Todas estas ciudades tienen encanto propio, pero en el mundo de la inversión europea, Londres es el centro.
Muchos inversores en valor evitan Nueva York o Londres. Warren Buffet, que está en Omaha, es un ejemplo excelente, seguido de una larga lista que incluye a otros. A medida que han ido evolucionando las comunicaciones, la ubicación física ha cobrado cada vez menos relevancia. Hoy en día, con un portátil y un teléfono móvil, puedes desempeñar la mayor parte del trabajo desde cualquier lugar del mundo.
Además, se podría afirmar que es más fácil tener un criterio independiente y evitar la mentalidad del rebaño cuando no estás rodeado de otros inversores, banqueros, corredores y de todo el ruido que puede ocasionar el mercado. Seguramente te pregunten menos sobre el rendimiento a corto plazo y así te puedas centrar mejor en el largo. Desde luego a FGP le ha ido bien estando en Madrid.
Me parece interesante sopesar todas estas razones, pero no estoy de acuerdo con las conclusiones. Tanto tener personalidad propia como ser consciente de los sesgos conductuales pueden evitar que sigas al rebaño y, además, quedarse en Londres, en el centro del comercio y las finanzas, ofrece argumentos muy convincentes.
Desde el punto de vista histórico, un inversor debía estar en un centro financiero para comunicarse e incluso para vender y comprar acciones. En parte, Londres y Nueva York crecieron gracias a que contaban con sistemas jurídicos fuertes y redes de proveedores de servicios de gran calado.
Londres ofrece acceso a empresas, expertos en la industria, conferencias, otros inversores con una mentalidad similar, puestos de trabajo, empleados cualificados, servicios orientados a la industria financiera y un sinfín de servicios adicionales. Quizá sea la ciudad más cosmopolita del mundo con representación de todas las nacionalidades. No solamente puedes reunirte con directivos de todos los países, sino que también puedes trabajar y socializarte con gente de cada recoveco del planeta. Hay vuelos excelentes a la mayoría de las capitales principales. Considero que todo esto es útil para invertir tanto en Europa como en el resto del mundo.
Y con su famoso mal tiempo, ¡pocas veces se distrae uno de su trabajo por estar deseando disfrutar del aire libre!
Las primeras veces que oí hablar de FGP fue a través de algunos artículos en prensa, pero no empecé a seguir sus inversiones de cerca hasta que leí sobre él en un libro de Ronald Chan (The Value Investors: Lessons from the World’s Top Fund Managers). Intuitivamente, su estrategia y la composición de su cartera parecían un acierto, eran similares a mi estilo, que está en continua evolución. Su cartera incluía grandes empresas familiares como BMW, Dassault Aviation y Schindler, holdings con descuento como Exxor, CIR y Wendel, así como pequeñas joyas como SOL. Había una mezcla preciosa de nombres poco apreciados, pero lo que es todavía más importante, sobre todo ¡significativamente infravalorados!
Le escuché en una conferencia sobre gestión de activos en la Escuela de Negocios de Londres y fue entonces cuando hice el intento de conocerle.
Recuerdo estar plantando en la puerta de la oficina de Bestinver de Grosvenor Gardens, en el centro de Londres, esperando para conocerle por primera vez. Reconozco que estaba algo nervioso ya que conocer a un inversor tan afamado, además de uno de mis modelos a seguir en el mundo de la inversión, me resultaba intimidante. Tuve la suerte de participar en una reunión gracias a un amigo de la Escuela de Negocios de Londres que sabía que yo era un inversor en valor serio y que estaba encantado de que me concedieran un momento para conocer a una figura tan notoria.
Cobas tiene intención de aumentar su presencia en Londres en los próximos años
En aquella primera reunión, me impresionaron sus profundos conocimientos sobre las empresas y su buen sentido del humor en tono distendido. Escuchaba con atención y actuaba como un auténtico caballero español. Le planteé dos inversiones:
MTU Aero Engines. Un fabricante de motores de alta calidad con un modelo tipo “cuchilla de afeitar” mediante el cual vende motores sacando muy poco o ningún beneficio y gana dinero durante los 30 años posteriores ofreciendo recambios y servicios. Durante un breve periodo se enfrentaban a vientos en contra por una ralentización del gasto en defensa en Estados Unidos y a márgenes muy reducidos, puesto que en aquella época estaban vendiendo muchos motores nuevos. El mercado estaba muy centrado en los ingresos trimestrales a corto plazo y esto penalizó su cotización, ofreciéndole la oportunidad de comprar barato a los inversores a largo plazo.
Prime Office REIT, una empresa inmobiliaria en apuros bajo la presión de tener demasiada deuda y un par de edificios desocupados. Oaktree Capital Management había planteado una fusión inversa y una ampliación de capital para la empresa, lo que planteaba la oportunidad de participar en la recapitalización con un descuento significativo respecto a su valor intrínseco. El mercado incluso ofrecía un par de oportunidades de compra por debajo de lo que había invertido Oaktree.
Al acabar con mis presentaciones y a pesar de mi nerviosismo, puse en práctica mi osado plan: le pedí capital para invertir. Recuerdo que me miró detenidamente. Luego dijo que tenía que pensárselo. Poco después se marchó de la gestora para la que trabajaba. Pero mantuve el contacto con él presentándole alguna inversión potencial esporádicamente y coincidí con él un par de veces en conferencias en Londres.
Con el tiempo, MTU superó el doble de su valor y Alstria Office adquirió Prime Office a un precio 50% superior al que yo había presentado.
Empecé a colaborar con la familia Cobas Asset Management cuando se creó. Desde entonces, FGP y yo hemos seguido viéndonos en Londres y visitando a los equipos directivos de las empresas que tenemos en cartera como Aryzta, ICL y Babcock.
Con Babcock, por ejemplo, nos hemos reunido en múltiples ocasiones y cada vez nos vamos con una opinión más robusta sobre la empresa. El mercado ha metido a Babcock en el mismo saco que Carillion, Capita, G4S y otros contratistas del gobierno azotados por sobrecostes, contabilidad contractual agresiva y márgenes nimios luchando por subsistir en mercados altamente competitivos con bajas barreras de entrada.
Babcock es el extremo opuesto con una contabilidad conservadora, márgenes elevados, barreras altas y contratos con riesgo compartido. El mercado malinterpreta su exposición al Ministerio de Defensa de Reino Unido, ignora el éxito de su crecimiento fuera del país (25% en ventas) y se olvida de la solidez de su libro de pedidos y de las licitaciones que tienen a la vista (18.500 y 12.500 millones de libras respectivamente). Estamos encantados de contar con Babcock a 8 veces su beneficio y menos de 10 veces su flujo de caja libre.
Incluso con las preocupaciones respecto al Brexit, Cobas cree firmemente que tener presencia en Londres es muy beneficioso. De hecho, tiene intención de aumentarla en los próximos años. El Brexit también ha planteado oportunidades para nuestra cartera: ¿cómo si no habríamos podido hacernos con Dixons o DFS a precios tan bajos?
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