Como es conocido por todos, la industria de gestión de activos ha experimentado profundos cambios en los últimos años y cada vez resulta más complicado invertir de forma rentable respetando los valores más fundamentales de los inversores.

Nos enfrentamos a un entorno cada vez más complejo, donde encontrar rentabilidad en el negocio de la gestión de activos no es tarea fácil. El entorno de ralentización económica, junto con bajos tipos de interés y un marco regulatorio cada vez más exigente, está penalizando los márgenes de las entidades, a las cuales les resulta más complicado encontrar clientes rentables.

A pesar de lo anterior, el volumen de activos bajo gestión y el número de inversores sigue aumentando, lo que refleja la creciente necesidad que tienen los inversores de canalizar sus ahorros a través de la inversión, motivado entre otras razones por una mayor cultura e información financiera. Ahora bien, ese incremento de activos gestionados no tiene porqué traducirse en mayores rentabilidades para las entidades financieras.

Con la llegada de MIFID II y el consecuente aumento de costes, resultan situaciones donde los pequeños patrimonios no son rentables para muchas entidades, lo que penaliza la oportunidad del inversor de acceder a buenos productos. Terminan por ser peor atendidos y derivados a productos más costosos y menos interesantes, como pueden ser los fondos de fondos.

En este sentido, es muy importante a la hora de invertir tener en cuenta la libertad y la independencia de las entidades financieras en su toma de decisiones. Es decir, el inversor debería poder elegir siempre el producto que mejor se adapte a su perfil de riesgo, destinando el patrimonio que considere, sin necesidad de cumplir con un mínimo de inversión requerido (fruto entre otras razones, de la subida de costes). De esta manera, el inversor nunca se encontrará atado o invirtiendo un patrimonio elevado por ser esta condición la única manera de poder acceder a un producto atractivo.

Con cada vez más inversores retail, las entidades deben de fomentar valores como la honestidad y la transparencia. Hoy en día no es tan habitual encontrar entidades que recomienden sus mejores productos a todos sus clientes, adaptándose a los objetivos financieros de cada uno de ellos independientemente de su tamaño (institucional, gran cliente, retail,..). En este sentido, la sinceridad con la que las entidades exponen los riesgos de sus productos, comisiones (indirectas también), así como el importe de inversión aconsejado, es muy relevante.

De todo lo anterior, se desprende no pocas veces un claro conflicto entre las necesidades del inversor y los objetivos de captación para las entidades financieras. Tratar de vender productos de la propia entidad, exigir crecer el patrimonio gestionado cada año, o implementar estrategias agresivas de cross-selling (seguros, hipotecas, cuentas…) son sólo algunos ejemplos de divergencia entre los intereses del inversor y la entidad. Todo lo anterior, hace que los inversores puedan llegar a perder la confianza en los diferentes actores del mundo de la inversión (bancos, gestoras, agencias de valores…) y sus productos, siendo ésta fundamental para el crecimiento de la economía real.

Actualmente, en torno al 80% del patrimonio financiero que hay en España está en manos de este tipo de entidades, cuyo modelo de negocio se centra en la mayoría de los casos en estrategias comerciales de distribución de producto propio y de aumento de patrimonio bajo gestión.

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Asimismo, estas entidades no son los jugadores que mejores resultados obtienen en el largo plazo. Como se muestra en el siguiente gráfico, las gestoras o entidades independientes suelen obtener mejores rentabilidades al focalizar sus inversiones en renta variable que, como se ha demostrado históricamente, continúa siendo el tipo de activo más rentable en el largo plazo, sin contaminar la gestión por incentivos comerciales, y centrando los esfuerzos en la pura obtención de resultados como única estrategia para el crecimiento sostenido.

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Como miembro de Cobas Asset Management, me siento muy orgullosa de formar parte de un equipo que respeta los valores fundamentales de los inversores, como son la honestidad, la independencia y la transparencia. Es difícil encontrar entidades que velen más por el inversor que por su propio interés y crecimiento empresarial, siendo nuestro objetivo comercial prestar siempre el mejor servicio. De esta manera, desde Cobas seguiremos actuando con la integridad y principios que se merecen nuestros partícipes, buscando siempre lo que sea mejor para ellos, respetando sus intereses, y animando incluso a no invertir a aquellos potenciales partícipes que pensamos no tienen un perfil value, sobre el que gira nuestra estrategia de inversión.

Dicen que los valores son los pilares de la empresa y, por tanto, no solo necesitan ser definidos, sino que requieren estar vivos y en continuo desarrollo. Los valores representan el cómo hacemos las cosas y estoy convencida de que todo ello ayuda a un desarrollo exitoso para la empresa y todas las partes relacionadas como los partícipes y empleados.

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