Tras leer en la web de Cobas Asset Management la presentación de las distintas secciones que componen su Blog, veo que hay una (“Desde la hamaca”) destinada a que los inversores cuenten sus experiencias en este ámbito. Eso me ha animado a contar dos que me conciernen, relacionadas con la denominada técnica VALUE y el resultado obtenido al optar por este modelo de gestión.
La primera me atañe directamente, y sus comienzos se remontan a los años 1989 y 1990, en los cuales conseguí reunir unos pequeños ahorros. En aquel momento, tomé la decisión de que mi dinero necesitaba ser gestionado para que no desapareciera devorado por la inflación.
Con ese motivo, me reuní con varias entidades financieras españolas y extranjeras buscando consejo y solución a mis pretensiones. Sólo quería que aquellos ahorros crecieran, aunque, naturalmente, tuviera que asumir algún riesgo.
Sólo buscaba rentabilidad a medio y largo plazo de mi modesta inversión
Lo que me encontré, en definitiva, puede resumirse en el encuentro que mantuve con una conocidísima firma norteamericana especializada, entre otros servicios, en gestión de carteras. La conversación transcurrió de la siguiente manera:
Directivo de la firma: Y bien, ¿qué le trae por aquí?
Yo: Le hice una breve explicación de mi caso.
Directivo: ¿Cómo nos ha conocido usted?
Yo: Por varios amigos que trabajaban en el sector.
Directivo: O sea, que había oído usted hablar del “Rolls Royce” pero no lo había probado… (SIC)
Yo: Sí es así, creo que he llegado a mi destino.
Directivo: ¿Y qué espera usted de …? (entonces pronunció el nombre de la firma con magnífico acento americano)
Yo: Pues rentabilidad a medio y largo plazo de mi modesta inversión.
Directivo: ¿Y qué piensa usted que buscan los clientes en esta casa?
Yo: Pues lo mismo que yo.
Directivo: Pues no, no exactamente, lo que nuestros clientes buscan aquí es servicio, principalmente servicio y para eso ponemos a su disposición un gestor personal que le atenderá para todo lo que necesite durante las 24 horas del día…
En aquel momento, me imaginé pagando con mis ahorros el sueldo de aquel gestor personal y quedándome yo con lo que sobrara, que siempre sería algunos puntos porcentuales positivos, salvo que hubiera alguna razón de peso internacional para que no fuera así.
Me despedí del “Rolls Royce” financiero y me marché con la promesa de pensarlo más despacio.
Pero, ……… ¡¡¡Aquello no era lo que yo estaba buscando!!!
A continuación, me puse en contacto con dos amigos a los que trasladé mi experiencia, y me animaron a sumarme a su aventura, que entonces se iniciaba donde ya trabajaba Francisco García Paramés, y en la que se pretendían metas más parecidas a las mías.
Así lo hice en la primavera de 1991, y ahora he vuelto a ponerme en manos de mi gestor, y ya después de tantos años, también amigo, y de una brillantísima rentabilidad obtenida, acumulada en el tiempo, aunque siempre sometida a las lógicas oscilaciones.
La segunda experiencia está relacionada con un joven sobrino mío, que en julio de 1995 se me acercó para decirme que su madrina había fallecido, pero que antes de morir dispuso que, por ser su ahijado, se le entregara un sobre con un millón de las antiguas pesetas. No sabiendo que hacer con el dinero, me consultó, y le propuse que me entregara ese dinero, y que en el mismo acto yo pondría a su nombre la misma cantidad en participaciones gestionadas por Francisco García Paramés, con quien yo estaba en completa sintonía.
La historia podría hacerla mucho más larga y prolija, pero creo que lo que al lector le interesará saber es que acabo de devolver a mi sobrino no aquel millón de pesetas, sino una cuenta a su nombre en Cobas Asset Management, en el fondo COBAS Selección, con la cantidad de 114.000 euros. Es decir, la cifra que me entregó multiplicada por 18,833 veces, sin detenernos en complicados cálculos sobre el valor actual en términos de poder adquisitivo de aquella inversión, dato que podría ser de interés pero que dejo para el lector más minucioso.
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