Compré mis primeras acciones cuando tenía 18 años, meses antes de la “Burbuja de las .com”. Concretamente 10.000 € repartidos a partes iguales entre acciones de Telefónica, BBVA y Santander. Las dejé reposar durante los años de carrera sin hacerles mucho seguimiento. Era joven e inexperto y cometí mis dos primeros errores de inversión:
Validez y calidad del asesoramiento. A la hora de elegir y comprar las acciones intenta contar con la opinión de los expertos en la materia. Mi primer error fue guiarme únicamente por las recomendaciones de una subdirectora de oficina de una Caja de Ahorros (ya desaparecida). Siempre, siempre, consulta a los profesionales.
Falta de información. Como inversor independiente, cuentas con mucha menos información sobre las compañías de las que eres propietario. No basta con leer información de prensa, es necesario profundizar en las cuentas.
Como punto a mi favor he de reconocer que por lo menos intenté preocuparme por mis ahorros a una edad temprana. Cuanto antes empieces mejor. Desde las instituciones se debería promover el interés por las finanzas y la cultura financiera, desde el ahorro hasta las tipologías de productos de inversión.
Años después volví a realizar compras y ventas en el MAB (Mercado Alternativo Bursátil) donde se obtenían buenos rendimientos. Evidentemente a esto no lo llamaríamos inversión, simplemente trading. Por el camino del MAB te encuentras otras problemáticas que merecen ser destacadas, como el que sería el tercero de mis errores de inversión: la iliquidez. Es decir, empresas que quieres vender y que nadie quiere comprar. No hay cruces de precios para algunos valores y te encuentras «retenido» en la empresa. De todo esto te das cuenta cuando pasan unos años y decides no volver a comprar acciones individuales. Podríamos decir que aprendes «a golpes» el sentido de la diversificación.
En el año 2012 los telediarios nos decían que España iba a quebrar. ¿Qué se podía hacer? Yo traté de protegerme poniendo las inversiones personales y del negocio en conjuntos de un máximo de 100.000 euros por banco, y haciéndolo cometí mi cuarto error de inversión.
Fácilmente se puede calcular que el Fondo de Garantías de Depósitos no tiene fondos suficientes para garantizar todas las cuentas y depósitos en España. De aquí podemos extraer la conclusión de que tus ahorros están más seguros invertidos a través de acciones por países de todo el mundo. Seguro que también te llevas un golpe en la próxima crisis, pero será menor y forma parte del camino a recorrer.
El camino para enmendar mis errores
Tras todo este periplo decidí que era momento de enmendar el primero de mis errores (más vale tarde que nunca) y buscar asesoramiento profesional. En 2014 evalué varias bancas privadas y me decidí por una. De momento, no me arrepiento en absoluto de mi elección, pues he recibido, y sigo recibiendo, asesoramiento muy válido sobre todo en inversiones específicas como fondos de capital riesgo de empresas no cotizadas e inversiones similares.
Es cierto que la banca comercial no quiere que sepas sobre gestores independientes, les interesa que muevas tu dinero de fondo en fondo para contar con esas comisiones. Aquí vemos el quinto error: comprar fondos que lo han hecho muy bien puntualmente y olvidarte de mirar las rentabilidades de un gestor a, por ejemplo, 15 años. Ahí está el éxito.
Ahora mismo tengo 35 años, y hace dos años llegué a la convicción de tener un horizonte temporal de inversión largo (quizás me ha costado demasiado darme cuenta). No es algo que te suelan contar tus padres, amigos o conocidos, a no ser que sean expertos financieros o inversores asiduos. En general, la mayoría de la gente busca retorno a corto plazo, así que tienes que aislarte del ruido que te rodea (familia, medios de comunicación, banca ordinaria…) y llegar tú sólo a esta conclusión tras, quizás, tropezar varias veces con distintas piedras.
Soy joven, y probablemente me falten muchos más errores financieros de los que aprender, pero tras recorrer este camino y analizar los pasos en falso, decidí invertir exclusivamente en fondos y SICAVs de gestión activa en renta variable con un sesgo “value”. Estas son las razones por las que recomiendo:
- – Invertir en acciones es invertir en negocios como los que tú mismo puedas gestionar, así que no es «jugar a la bolsa». Invertir es confiar en equipos directivos tan buenos como tú en tu negocio.
- – La inflación es la gran trampa de los Gobiernos. Quieren mantenerla creciente para que tengan que pagar menos por su deuda. Las empresas son las únicas que, por incremento de precios, son capaces de repercutir las subidas a los consumidores y posicionarse por encima de la inflación.
- – No me gusta la deuda en mis empresas así que ¿cómo me va a gustar en las empresas de otros?
- – Ahora mismo está claro que la renta fija significa perder dinero, pero en otros momentos puede ser difícil de ver.
- – La gestión pasiva, muy de moda por el uso de robo-advisors y herramientas automáticas, puede tener sentido en Estados Unidos, donde sólo el 10% de los gestores baten a los índices. En Europa, por rentabilidades anuales, hay muchos gestores que se imponen a los ETFs.
- – Somos una gota de agua en el océano de grandes fondos de inversión, así que tratar de ir en contra del mercado o usando cortos no parece un correcto posicionamiento.
- – Te tienes que querer mes a mes. Tu primer «gasto» mensual debería ser un ahorro para tu futuro. Esto te permitirá hacer uso extensivo del interés compuesto.
- – Adicionalmente si puedes hacer a tus hijos inversiones periódicas desde que nacen, el tiempo hará el resto.
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