Todos los que somos aficionados a la inversión hemos escuchado alguna vez la famosa frase de Warren Buffet de “sé temeroso cuando otros son codiciosos y codicioso cuando ellos son temerosos”, en definitiva, similar a aquello más castizo de que el último duro lo gane otro.
No seré yo quien ponga en duda este “axioma”, pero ¿alguien sería tan amable de indicarme lo que toca ahora?
Existen analistas/gestores de bastante prestigio como Ray Dalio que vaticinan una gran crisis solo comparable a la de 1929. Otros, sin embargo, aseguran que según avanza la vacunación, las empresas se están recuperando y que sus fundamentales sustentan los precios. Porque, a fin de cuentas, un activo estará caro no porque lleve meses subiendo, sino porque su precio sea mayor que su valor.
Entonces, en este mundo de sobreinformación ¿a quién hacemos caso? Encontraremos opiniones para todos los gustos, unas que sostienen que es momento de ser temeroso y otras de lo contrario. Y ahí es cuando puede entrar en juego nuestro sesgo de confirmación, que hace que solo veamos las noticias que confirman nuestra opinión previa.
Y ante estas opiniones divergentes, ¿significa eso que no tengamos que hacer nada? En absoluto. Ahora que estamos en verano y que muchos dispondremos de un poco más de tiempo libre, no es mal momento para echar un vistazo a nuestra cartera y revisemos si esta se adecúa a nuestro perfil de riesgo.
Las subidas de los últimos meses es probable que hayan situado nuestro porcentaje de renta variable por encima de nuestro umbral del “sueño plácido” que, en definitiva, es lo que nos debe preocupar. Si el asset allocation de mis inversiones no me deja dormir con tranquilidad, es que no es el adecuado para mí.
Si el nivel de riesgo que asumimos en nuestra cartera es superior a nuestro perfil, es entonces cuando debemos vender o traspasar. Es momento de hacernos la pregunta: ¿qué ocurriría si la bolsa cayera un 20%? ¿entraría en pánico o pensaría que son unas “rebajas” que no debo dejar pasar? Según la respuesta, lo más honesta posible, sabré si mi asignación de activos es adecuada para mi aversión al riesgo.
Otra pregunta importante a formularse es si estas hipotéticas caídas arruinarían nuestro propósito de inversión. Si nos pasamos 8 años ahorrando e invirtiendo para cambiar de coche en unos meses, con una caída repentina ¿podríamos asumir este contratiempo o echaría por tierra nuestra intención de renovar el vehículo? Si nos inquieta, quizás no deberíamos esperar a hacer el reembolso el día antes de pasar por el concesionario.
Algo similar ocurre con aquellos que abrieron una cuenta de inversión para su recién nacido con la intención de que tuviera unos ahorros para pagar una universidad de prestigio. Tras todos estos años donde hemos dejado que el interés compuesto haga su trabajo, ¿nos merece la pena esperar a reembolsar en el último momento? ¿nos arriesgamos a ser codiciosos y apurar hasta el final?
Estas son, en mi opinión, las preguntas que un inversor debe hacerse previamente al momento de comprar o vender sus activos, porque, a fin de cuentas, para un inversor particular, el éxito en sus inversiones es más una cuestión de habilidades psicológicas que de conocimiento financiero. Vencer los miedos y los sesgos, porque para saber qué empresas comprar o vender ya está nuestro gestor de confianza.
A principios del verano me llegó una convocatoria para una conferencia virtual en la que una serie de expertos debatirían acerca de qué esperar del mercado de cara al periodo estival. En definitiva, qué hacer con nuestras carteras para irnos tranquilos de vacaciones.
Siempre me gusta escuchar lo que los expertos opinan, porque de todo se aprende, pero no haber podido hacerlo tampoco me genera ninguna inquietud, conozco la respuesta. En el largo plazo, el verano de 2021 no será más que un puntito en medio de una senda alcista.
Así que lo que toca ahora es revisar el perfil de riesgo, rebalancear si es necesario y estar muy atento a las caídas bruscas…de las temperaturas.
Pedro R.
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