Desde pequeño me han gustado mucho las películas de ciencia ficción (y las bélicas, pero no viene a cuento en este post). Recuerdo ver totalmente absorto las primeras películas de Star Wars o Blade Runner (la original, la de 1982). Esas películas dibujaban mundos imposibles que, por el simple hecho de mostrar vehículos volando a un metro del suelo, generaban en mí una expectación increíble.

Ahora, con unos cuantos años más, este género me sigue atrayendo, y me doy cuenta de que el mundo que dibuja no es tan lejano ni tan imposible. Películas como AI, Minority Report o Ex-machina, nos perfilan escenarios en los que los detalles y los efectos especiales son plausibles en un futuro próximo. Esa posibilidad nos genera una inquietud que viene determinada no por hechos físicos (como las naves espaciales o extraños animales galácticos), sino por el hecho de asociar la inteligencia a las máquinas. Me viene a la mente Skynet tomando conciencia de sí misma y provocando una hecatombe nuclear en Terminator. ¿Se acuerdan de 2001 Odisea del espacio, de Stanley Kubrick? Desde mi punto de vista, el hecho más perturbador de esa joya cinematográfica sucede cuando HAL 9000, la inteligencia artificial de la nave, adquiere un comportamiento eminentemente humano y, a priori, incompatible con una AI: la capacidad de mentir.

Algo parecido está sucediendo en el mundo real hoy en día. La inteligencia artificial (AI) está presente en los medios todos los días y constantemente están apareciendo nuevos avances tecnológicos que nos sorprenden y, por qué no decirlo, nos preocupan.

¿Cree usted que perderá su trabajo en algunos años por culpa de las máquinas? ¿Se siente amenazado por la inteligencia artificial?

Es totalmente lícito sentirse algo preocupado por el futuro laboral y amenazado por el terreno que las máquinas están hurtando a las personas en todos los sectores productivos. Las máquinas y la AI son cada vez más capaces de hacer labores más complejas, no sólo desde un punto de vista mecánico, sino también en el ámbito de la información, el conocimiento y la inteligencia, espacio hasta hace poco tiempo reservados a los seres humanos.

¿Debemos estar preocupados por el avance de la inteligencia artificial y del Machine Learning?

La tecnología es lo que ha hecho que los seres humanos estén en la cima de la pirámide evolutiva. La disrupción tecnológica ha sido inherente al ser humano durante toda nuestra historia, y es lo que nos ha permitido llegar a donde estamos en la actualidad. Sin embargo, también ha causado una suerte de selección natural en muchos sectores productivos. Sólo hay que revisar lo que ha ocurrido en las dos últimas décadas en sectores como el taxi, las agencias de viajes, la música, el alquiler de vídeos, libros, periódicos,…

Los robo-advisors están a la orden del día

El sector del Asset Management no queda al margen de la disrupción tecnológica. De hecho, en este sector, la disrupción tecnológica es una constante. La aplicación de AI y de Big Data a la selección de valores o a la configuración de carteras personalizadas es un hecho. Los robo-advisors están a la orden del día.

No es un secreto que Merrill Lynch esté desarrollando un algoritmo de inteligencia artificial para la selección de valores small-caps que herramientas de análisis tradicional no hayan sido capaces de identificar como oportunidades.

A medida que hay más información disponible y que los avances tecnológicos están generando (teóricamente) eficiencias en los mercados, conseguir el alpha es una tarea cada vez más complicada.

Ya existen ETFs que emplean inteligencia artificial para elegir valores basándose en un análisis que combina valores históricos con nuevas condiciones de mercado para seleccionar valores con alto potencial de revalorización.

Sin embargo, y por muy sofisticadas que sean las nuevas tecnologías, no tienen (todavía) la habilidad de combinar la capacidad de computación, por enorme que sea, con la inteligencia emocional o el instinto, que, de momento, son atributos exclusivos de la raza humana.

Zapatero, a tus zapatos. Es claro que hay muchas tareas que serán ejecutadas con más precisión y con menor número de fallos por la AI, pero hay muchas otras en las que nuestra humanidad es un factor determinante y que aportan mucho valor a los procesos de inversión, como combinar el conocimiento derivado de la experiencia con el talento a la hora de tomar decisiones de inversión.

Desde mi punto de vista, debemos dar la bienvenida a las disrupciones tecnológicas en el campo de la gestión de activos, igual que en cualquier otro sector. Nos permitirá que los servicios que prestemos a nuestros inversores sean más eficientes y producidos a un menor coste, haciendo posible la aparición de nuevos servicios que ahora no podemos ni imaginar. Lo que será difícilmente sustituible en nuestra forma de invertir, el Value Investing, es la aportación de un gestor experimentado encontrando valor en un mar de oportunidades.

Glosario:

AI: Inteligencia Artificial (Artificial Intelligence en inglés). La habilidad que tiene un sistema de interpretar correctamente datos externos, aprender de ellos y usar ese aprendizaje para consegir determinados retos mediante una adaptación flexible. Kaplan & Haenlein.

Big Data: Conjuntos de datos que son demasiado grandes o complejos para los programas tradicionales de tratamiento de bases de datos. Este concepto está asociado intrínsecamente a tres factores clave: velocidad (de acceso), variedad (de los datos) y volumen (de datos).

Robo-advisor: Es un tipo de asesoramiento financiero o gestión de inversiones que operan con una moderada o nula intervención humana, que usan algoritmos automáticos para gestionar y optimizar los activos de sus clientes.

Machine Learning: Conjunto de algoritmos y modelos estadísticos que los sistemas informáticos usan para mejorar progresivamente el rendimiento en la ejecución de tareas específicas.

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